PALABRAS DEL
ALMA N.77: EDUCADOS PARA EL TERROR: LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES DEL ESTADO
ISLÁMICO.
En las
calles de Europa encontramos adolescentes formados por el grupo terrorista Estado
Islámico. Son los cachorros del califato, su testimonio revela los ambiciosos
planes de ese grupo extremista para transformar a niños en yihadistas.
Mutassim
está nervioso, a sus 16 años nunca antes ha viajado en avión...mira alrededor a
los otros pasajeros mientras espera en una puerta de abordaje en el aeropuerto
de Atenas. No está muy seguro de lo que hace, así que imita a los demás
colocando su tarjeta de embarque dentro de su pasaporte y colocándose en la
fila para entrar a la aeronave…cuando llaman a abordar, este muchacho sirio
echa mano de las pocas palabras de español que ha aprendido. Las autoridades le
pueden interrogar y él está viajando con un pasaporte español falso. Tuvo que
pagar por el documento más de US$3.500 a una mafia de traficantes de personas
que le ayudaron a irse de Siria a Turquía y, luego, a Europa.
Apenas hace
un mes, estaba en Raqa, donde era miembro del autodenominado Estado Islámico
(EI). El joven había sido asignado al hospital de la ciudad, donde cuidaba de
los yihadistas y ayudaba a los enfermos.
Antes de eso, formó parte de una de las unidades de propaganda, pero esa era en otra vida, una que quiere olvidar. Los bombardeos, los gritos, las decapitaciones, todo eso queda atrás por fin. Deben quedar como un secreto, ahora cuando un nuevo comienzo le espera en Alemania para lo que necesita que las autoridades no descubran que fue entrenado y que sirvió como cachorro de león del califato.
El grupo
extremista está colapsando. En Siria, Irak y Libia está perdiendo territorio y
sus ambiciones de crear un califato
global no se han concretado, aunque quizá esto ya había sido predicho e
incluso anticipado. Por eso había un plan B, una póliza de seguro creada para
extender su sobrevivencia mucho después de que perdiera el control de Raqa,
Sirte o Mosul.
Primero fue
la preparación, luego vino el reclutamiento y el entrenamiento para crear un nuevo ejército de niños que, al hacerse
adultos, podrían convertirse en yihadistas. La próxima generación de odio del
EI.
CASO:
MUTASSIM
Mutassim no
parece precisamente un guerrero...es bajo de estatura y nervioso. Se encuentra
en la pequeña localidad alemana donde vive ahora...le gusta fumar, algo que
empezó a hacer desde que salió de Siria y que está prohibido por EI; y, aunque
aún es temprano en el día, ofrece a sus entrevistadores una lata de cerveza. Él
dice que ha dejado de rezar que ha abandonado sus creencias, antes había
absorbido las enseñanzas religiosas de EI y había seguido su camino radical.
Cuenta que ha grabado en video las consecuencias de los bombardeos de la coalición internacional que combate a EI, que ayudó a los heridos en los hospitales y que presenció decapitaciones públicas.
También que recibió el entrenamiento militar que el grupo exige como prerrequisito para sus miembros…Mutassim solo necesitó 15 días, pero otros requieren de más tiempo. El programa es exigente, las actividades comienzan con las oraciones a las 4 de la mañana y luego venían los ejercicios físicos, el entrenamiento de combate y las clases sobre la Ley Islámica, la SHARÍA.
Como parte
de su formación, los adolescentes tenían que saltar entre llantas de vehículos
en llamas y aprender a colarse entre barreras de alambre de púas, mientras se
efectuaban rondas de disparos sobre sus cabezas. Uno de sus amigos, un chico de
13 años procedente de una localidad cercana a Damasco, fue herido en la cabeza
por una bala perdida y murió. Todo esto ocurrió antes de que Mutassim hubiera
cumplido los 16 años.
Muchos
grupos armados en África, Medio Oriente y América del Sur han entrenado niños
como combatientes, pero pocos han refinado ese proceso de una forma tan
eficiente como EI. Las
unidades de propaganda móvil que el grupo ha creado muestran imágenes de
castigos y de combates ante audiencias que incluyen a niños de apenas cinco
años de edad.
En grabaciones hechas de forma clandestina en Raqa que han llegado a la BBC, se ve un grupo de niños reunirse emocionados en torno a una jaula, dentro de la cual está uno de sus vecinos: un tendero de nombre Samir. Los niños miran al prisionero, que se sienta agachado, con su cabeza inclinada en el centro de la jaula. Uno de los pequeños lo rocía con un líquido, se le acusa de haber acosado sexualmente a una mujer musulmana y su castigo es servir de entretenimiento a los niños, como si fuera un animal en un zoológico. Pero ellos, y otros pequeños como ellos, probablemente han visto cosas muchos peores: decapitaciones y ejecuciones.
Los
yihadistas han sido cuidadosos en la forma de ganarse a los adolescentes para
su causa, no solo los han tentado con las promesas de lograr la salvación y de
llegar al paraíso, sino también con la posibilidad de satisfacer algunos deseos
más terrenales. La vida dentro de EI puede ser dura y peligrosa, pero no carece
de recompensas.
Para
Mutassim era la promesa de una esposa, a los 14 años él estaba deseoso de
casarse. Cuando su familia se lo negó, el EI dio un paso al frente,
permitiéndole vivir con sus hombres, le dieron responsabilidades, le enseñaron
a conducir y le prometieron una esposa. El joven fue un recluta entusiasta...dice
que alrededor de 70% de los jóvenes que se unieron a la organización tenían
problemas con su familia.
“Los chicos chantajeaban a sus familias: o
cumplían con sus exigencias o ellos se unirían a EI”. Sin embargo,
a medida que avanzó la guerra, la vida en Raqa se hizo más dura.
“Cuando se
produjeron los ataques en París, no se pudo dormir en Raqa. Los franceses
bombardearon toda la ciudad. Yo me molesté porque personas inocentes murieron”,
dice.
Después de
otro bombardeo oyó a niños llorando y a mujeres pidiendo auxilio: “Es un
momento que nunca olvidaré, fue como una escena de una película de acción”, pero,
al final, asegura que se desilusionó de EI. Los yihadistas a los que había
admirado por ser valientes y poderosos, no eran fieles a sus creencias.
“Decidí alejarme cuando vi a uno de ellos golpear a una mujer...me enojé mucho...ver a un extranjero golpeando a una mujer siria. A partir de ese día empecé a odiar a Estado Islámico. Me tomó cuatro meses hasta poder desertar”, dice.
Mutassim se
reconcilió con su familia, que siempre le había rogado que se marchara. Ellos
le pagaron a un contrabandista que le ayudó a escapar. De Siria viajó a Turquía
y de allí a Grecia, donde tomó un avión usando el pasaporte falso. Ahora vive
en un centro para refugiados en Alemania.
Las
autoridades alemanas no saben nada de su pasado, ni del sorprendente hecho de
que fue capaz de viajar desde territorio controlado por EI hasta Europa sin ser
detectado, en apenas un mes. Y eso no es todo, Mutassim no viajó solo, otro
adolescente, uno que sirvió al califato en Siria y en Irak, logró llegar hasta
Bélgica.
CASO
OMAR:
Omar, de 17
años, ya ha sido expulsado de tres albergues para refugiados por su falta de
disciplina. Es un bravucón, pero cuando habla te das cuenta de que su tiempo
con Estados Islámico fue un fracaso. Él también es de Raqa, tras dos semanas de
entrenamiento allí le enviaron a Mosul, donde debió quedarse encerrado en una
casa durante una semana. Fue decepcionante. Allí conoció a otros sirios que
llevaban en la ciudad más de dos años, habían estado en el frente de batalla y
lo único que tenían para comer era yogurt, pan y dátiles.
“Pasaban 24
horas sin ninguna comida. No cuidaban bien a los muyahidín”, dice.
Omar nunca
logró convertirse en el guerrero que quiso ser, no superó el curso de
instrucción para ingresar al ejército del califato. Luego intentó unirse al
equipo que fabrica bombas, pero fue rechazado…así que terminó trabajando como
informante espiando a los kurdos, a los fumadores o a quienes portaban armas
sin autorización.
Una noche
fue violado por un miliciano procedente de Argelia, tras lo cual decidió
escapar. En la actualidad, mantiene su pasado oculto, sobrevive gracias a la
ayuda que le dan sus “novias”, señoras mayores que le dan dinero.
“Eran mis
enemigos y ahora vivo entre ellos, comiendo y bebiendo con ellos. Me recibieron
y han cuidado de mí. Comencé a odiar mi vida pasada y decidí comenzar una
nueva”, afirma.
Estos casos
de “niños soldados” que pertenecieron al EI son algunos de miles de jóvenes
refugiados que debieron escapar con documentos falsos de esta agrupación
terrorista, ya que la muerte era aplicada a los traidores al Islám. Otros
muchos no aceptaron dar declaraciones y menos contar sus historias.
LA HISTORIA DEL ODIO
Estado
Islámico no solo centró su atención en conseguir nuevos reclutas para enviar al
frente de batalla, se adentró en la sociedad, en las casas, en las aulas de
clase y en las mentes de los niños más pequeños.
Según
revelan los libros usados en las escuelas, tan pronto cumplen 5 años, a los
niños se les enseña un vocabulario de lucha y sangre. Se convierten en los
cachorros del califato y se inicia el proceso de convertirlos en guerreros
sagrados.
Los maestros
tienen instrucciones de sembrar el “amor por la educación”, pero deben hacerlo
mencionando las virtudes de los profetas y mensajeros tales como “perdón, paciencia, valentía, fortaleza,
confianza en Alá y en la llamada a la yihad en su nombre”.
También les
pedían que “inyectaran entusiasmo a
través de rimas fervientes que aterroricen a los enemigos del islam”.
Los
cachorros aprenderían rimas sencillas, pero violentas que glorifican la yihad y
la muerte en nombre de Alá. Así como el movimiento juvenil hitleriano adoctrinó
a los niños para servir al Reich de 1.000 años de los nazis, el Estado Islámico
desarrolló un aparato para inyectar regularmente nueva sangre en sus venas.
Cuando
tomaron pleno control de Raqa en 2014 y la hicieron su capital, el plan para
subvertir el sistema educativo se puso en marcha. El recién creado ministerio
de Educación emitió su primer decreto prohibiendo las clases de música, de
formación cívica, historia, deportes e, incluso, el programa estatal de educación
islámica del gobierno sirio, en su lugar se impusieron libros con la propia “doctrina yihadista” y de la “sharía islámica” de EI.
Como no
disponían aún de libros impresos, usaron los existentes, pero aplicándoles una
dura censura, borrando los ejemplos que mencionaran cosas como los intereses
bancarios, la democracia, las elecciones o el darwinismo. Los maestros debían
llenar los vacíos con ejemplos que “no estuviesen en contra de la sharía o la política
de EI”.
En la
educación primaria, el material religioso incluía textos instigando en contra
de los no musulmanes, así como hojas de propaganda diseñadas para presentar a
EI ante los más jóvenes desde una perspectiva positiva.
Para el año
2015–2016, el nuevo currículo educativo de EI finalmente se aplicaría en su
totalidad. Entre los 5 y los 15 años de edad, los niños serían formados en 12
disciplinas que se basarían en la doctrina de Estado Islámico y en su visión
del mundo. La yihad se institucionalizó y todos los que estaban fuera de las
fronteras del califato se convertían en enemigos.
Durante los
años de primaria, sobre todo en sus clases de árabe, a los niños se les
recuerda la lista de enemigos inclinados a “contaminar” la dignidad de los musulmanes
incluyendo a los chiítas, los iraníes, los países de occidente, la coalición
internacional que lidera Estados Unidos, la ONU y los gobernantes árabes que no
siguen la sharía.
Desde esa
tierna edad, los niños son adoctrinados sobre lo imperativo de hacer la yihad
en contra de los infieles y de los apóstatas, ellos deben ser vencidos.
Los textos
escolares revelan que los niños de 6 a 11 años estaban siendo expuestos
repetidamente a conceptos como Al Wala y Al Bara que implican amar a quienes
aman a Alá y odiar a los que no lo hacen, así como la necesidad de hacer la
yihad, pero, quizá la subversión educativa más maquiavélica de EI se plasma en
su Enseñanza del Corán, pues los
maestros son instruidos para vincular versos de ese texto con conceptos
extremistas.
“Prepárate para enseñar este verso para mostrar
a tus estudiantes que el objetivo de un creyente de la yihad en el nombre de
Alá es la vitoria sobre los infieles o la muerte en honor a Alá”, dice una
instrucción.
Para el
momento en el que concluyen la primaria, como resultado de estas enseñanzas,
los niños verían como un apóstata a cualquier otro musulmán que no siguiera la
misma doctrina.
El efecto de
semejante currículo en los niños puede verse en “Entrenando a futuros leones”,
un video de propaganda de EI.
“¿Quién es
tu emir?, pregunta el narrador.
“Abu Bakr al
Baghdadi”, responde Abdullah, un niño kazajo, quizá de menos de 10 años de
edad.
“¿Qué
quieres ser en el futuro?”, repregunta el narrador.
“Yo seré
quien te mate, oh infiel. Seré un muyahidín, si Alá quiere”, replica el niño.
Tres meses
más tarde, Abdullah apareció en un nuevo video, portando una pistola y
ejecutando a dos supuestos espías extranjeros, que no eran más que periodistas
de medios internacionales.
LEGADO
ATERRADOR
Estado Islámico fue
expulsado de Mosul, pero sus canciones siguen presentes en la mente de niños de
12 años como Usma y Yabcoub. Los niños recuerdan cuando caminando hacia sus
casas vieron cuerpos colgados de los postes del alumbrado público y videos con
decapitaciones.
“Iremos
a través de la muerte y regresaremos / marchando como uno solo / pero moriremos
de pie como leones”.
Estado Islámico
buscaba la atención de niños de su edad y más jóvenes. Era su póliza de seguro
para el futuro y un proceso de filtrado para identificar a potenciales
yihadistas que podrían ser reclutados y entrenados militarmente.
“EI no se acercó a
los estudiantes de forma violenta. Ellos apelaron a las emociones diciendo:
somos tu familia y te ayudaremos a conseguir tu libertad e independencia”,
La ideología de EI
tomó cuerpo en las aulas de clase y cómo desaparecieron algunos de sus alumnos.
“Los niños son
terreno fértil...es fácil para Estado Islámico lavarles el cerebro y
prepararlos para ser reclutados, a diferencia de los adultos”. En algunos
casos, las familias entregaban un hijo a EI con el objetivo de proteger a otros
miembros del grupo familiar.
“Estado Islámico se
ha asegurado que los que funcionó con otros niños soldados no pueda funcionar
aquí. Los niños no pueden volver con sus familias si fueron estas las que les
entregaron a EI”.
Para la
Organización de Las Naciones Unidas no importa cómo los niños terminaron en las
filas de un grupo armado, si fueron secuestrados, coaccionados o si se fueron
voluntarios: todos los niños soldados son víctimas. Los que fueron tomados muy
pequeños no tienen recuerdos de una niñez apropiada y son los más difíciles de
salvar.
Uno de los más
destructivos legados de EI es el de los niños que vivieron bajo su régimen,
perdieron su pasado y presente ante el caos y la guerra y que ahora quedan sin
futuro.
Es difícil precisar cifras exactas, pero al menos 3.000 niños se convirtieron en “cachorros de león del califato” -niños soldados para reforzar la maquinaria de guerra de EI– y muchos miles más fueron manipulados y adoctrinados sobre el yihadismo en las aulas de clase.
Son víctimas y
algunos son una amenaza, casi todos están abandonados en los márgenes de
cualquiera que sea la sociedad en la que viven ahora.
Y pueden recaer.
“No es una reincidencia como la que uno esperaría. Estos niños pueden terminar
convertidos en criminales, tienen todas las habilidades para ello. Terminaran
en pandillas, no en grupos terroristas”.
Cuando se mira la
ciudad vieja de Mosul, es fácil quedar abrumado por el espectáculo de
devastación total…se han hecho comparaciones con las ruinas de guerras
anteriores como en Dresde o Stalingrado. Eso es exagerar los daños y perderse
lo importante. El daño material es el más fácil de ver, pero también el más
fácil de reparar, las ciudades se reconstruyen, las almas no.
En su corta vida, El
Estado Islámico hizo un daño más duradero al preparar y corromper a estos
jóvenes desde sus cimientos. Identificar a los más afectados es muy difícil, tratarlos,
detener sus pesadillas y reparar sus traumas será costoso y tomará mucho
tiempo.
Al no haber
recibido la educación adecuada será muy difícil encontrarles empleo. Hacer que
recuperen su credo, uno que no esté contaminado por la ideología yihadista
requerirá perseverancia.
Eso podrá ser
suficiente para salvarlos, reincorporarlos a sus sociedades, para ayudar a
reconstruir Irak y Siria. Darle tratamiento a los que han sufrido y escapado a
occidente podría evitar que se conviertan en criminales o en algo peor. Pero
todas esas cosas son difíciles e impopulares y quizás El Estado Islámico, esos
expertos en dividir y destruir, siempre lo supo.
Después
de todo, ¿quién querría ayudar a un joven que quería ser un terrorista suicida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario