miércoles, 11 de agosto de 2010

PALABRAS DEL ALMA N.42: “EL MUNDO DE LOS NIÑOS OLVIDADOS ”

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Mi escrito de esta noche pretende tocar un Tema que afecta cada vez más a los niños de esta Tierra. No es nuevo ni tampoco producto de la modernidad, existe desde hace muchas décadas, pero se ha incrementado fuertemente con la evolución del núcleo familiar y el trabajo como herramienta de subsistencia única. Más propia de las grandes urbes que de la vida rural o provinciana, creo que aunque en menor intensidad en el área suburbana, aún podemos encontrar la idea de que la felicidad no sólo se encuentra en la capacidad adquisitiva…llámese “ingreso monetario”, las familias rurales o campesinas como no están tan expuestas a la lluvia de ofertas materialistas ni a la publicidad enfermiza por vender bienes netamente ”suntuarios” y no de necesidad básica, logran mantenerse “limpios” e “incontaminados” dejando que la vida y los bienes naturales sean quienes satisfagan sus necesidades de existencia.

Justamente en las ciudades los humanos llenan sus vidas de adquisiciones que muchas veces superan sus necesidades básicas. La felicidad siempre esta incompleta porque cuando se tiene TODO se desea más que todo eso y nunca la meta está cumplida.

En consecuencia la vida se hace un “eterno” esfuerzo por lograr bienes y mas bienes dejando de lado la esencia de una familia o núcleo que es la “convivencia”, la “comunicación” y tantas otras hermosas vibraciones, como también el saber qué piensa y lo que desea el otro para ser feliz, el hijo, padre o pareja, etc.

Esta involución ha generado la idea de que ya no es necesario un ingreso sino dos que permitan conseguir el “status” de familia, también implica ya no una casa y un auto…sino casas de vacaciones y dos carros uno para cada cónyuge, viajes a países muy lejanos sin haber ni siquiera conocido su propia tierra de origen.

Bueno también vemos que al entrar la mujer al campo laboral, lo que según este escritor es bueno ya que la mujer se pone en equivalencia con su “otro”, trajo consigo que muchas de ellas ya no pensaran en una familia donde criar una descendencia sino que con el poder adquisitivo logrado ya sólo se necesitaba un hijo y no un hombre a quien soportar por años. Comenzó así a aparecer el término “madre soltera” o “mujer moderna”, las uniones ya no durarían los años que antes cumplía un matrimonio. En la actualidad la cifra de personas desvinculadas o con matrimonios separados está muy cercana a la de uniones perdurables o estables.

Quiero dejar meridianamente claro que mi opinión no es generalizar respecto de las mujeres, ni tampoco que no deban seguir sus anhelos personales para llegar al éxito. Tampoco pienso que los hombres no tengan responsabilidad ya que fueron ellos desde hace décadas que dejaron su deber como padres caminando por la vida y dejando pequeños abandonados junto a sus madres sin considerar las consecuencias y los efectos nocivos que dejaron sus acciones en esos seres que son afectados por toda la vida.

En resumen se han cohesionado un sinnúmero de variables negativas en el mundo moderno como para apreciar un nuevo concepto llamado “Mundo de niños olvidados” y es este el Tema que quiero comentar esta fría noche de invierno.

“El Mundo de los niños olvidados”

La celebración del “Día del Padre” un tema que yo creía superado luego de tantos años, por largos períodos de mi vida logré ocultar o al menos adormecer mi angustia y mi desolación ante la falta de un padre, quizás me hice más soberbio en mi juventud y más frío o duro en mi actual adultez, pero no por ello no he llorado en la oscuridad escondido del mundo miles de veces este dolor.

La verdad es que esta fecha sólo me gustaba cuando no sabía que era no tener papá, pero cuando entré al colegio tuve que recurrir a mi tío muchas veces para que cubriera ese espacio, en esas celebraciones hubiese preferido simplemente no haber asistido a pesar de los retos de mi madre. De cualquier manera todas esas celebraciones eran obviamente para niños distintos a mi…es decir para los normales.

Luego vino mi evolución como niño y logré inventar miles de historias que explicaban esta ausencia en mi vida; recuerdo que este señor debía viajar en su camión por toda América transportando productos ya que así cada cierto tiempo mis compañeros me preguntaban si había vuelto mi padre, yo les decía que no todavía. Mi madre se lo tomaba muy a la ligera sin hacerse mayor problema, incluso estaba seguro que cuando la veía conversando con las otras madres de mis amigos, les decía orgullosa que era sola y que yo no tenía padre, al final mis amigos eran informados por sus progenitoras de mi desgracia y yo empezaba a llegar a mi colegio con la mirada en el suelo…quizás desde entonces me acostumbré a caminar no muy erguido y mirando tímidamente.

En la adolescencia tenía tantas otras cosas en que pensar sobre mi mismo y cómo luchar por mi supervivencia y la de mi madre que, la ausencia no se sintió , excepto cuando luego de un quiebre amoroso buscaba desesperado un consejo o quizás un “mimo” de algún ser que me amara, un padre que me contara que a él le había pasado lo mismo y que todo el dolor iba a alejarse alguna vez de mi corazón. Esta etapa fue tranquila, pero como tengo esa manía por auto-flagelarme cuando entré en la adultez comencé a sentirme culpable.

Culpable porque no me había esforzado por acercarme a ese señor…culpable por no amarlo y hasta odiarlo ante su poco amor frente a mi necesidad de él…culpable por no presionar más a mi madre para que me digiera donde encontrarlo…culpable porque quizás me parecía mucho a Usted y no fui perfecto para que me amara. Porque la “culpabilidad” era y sigue siendo el único sentimiento que Usted me inspiró siempre Señor.

No quiero decirte “papá” porque Papá es el que cría, educa a su hijo, lo protege y le enseña de la vida. Tampoco puedo llamarlo “padre” ya que ese concepto le corresponde al hombre que renegando de vivir con su hijo, sabe que debe apoyarlo en su crecimiento y nunca deja de aportar económicamente para su desarrollo, aunque nunca lo vea.

Te diré “Señor” pues aunque no existió en mi vida no se por qué te amo en silencio todos estos años y muy en el fondo de mi alma aún sigo creyendo que un día llegarás y me abrazarás sin reprocharnos nada.

Señor, si tú has pensado alguna vez en todos estos años que yo te he extrañado, que yo he querido que me encuentres y me cuentes de tu vida, de mis hermanos, que he querido verte,…pues no estás equivocado, eso es si alguna vez has pensado en mi como hijo, como semilla tuya, como prolongación de ti, si llevaría tu apellido o simplemente nunca ni siquiera eso deseaste darme, si me engendraste con amor al menos o fui producto de un encuentro sexual momentáneo, que después de amarse con mi madre no sé que pasó entre vosotros, pero lo pagué yo. ¿Cuántas veces me viste cuado se me cayó mi primer diente, me fuiste a dejar al colegio o cuando me gradué en cuarto medio (segundaria) te sentaste en primera fila donde yo te miraría orgulloso? No, No, No estabas.

Tantas veces que he querido conversar contigo los temas que hablan los padres con sus hijos, pero no estabas, tantas veces que quise contarte mis logros o alguna travesura, que me enamoraba de alguna niña, No, No, No estabas.

Sólo mi abuela me amó en este Mundo y justamente en su funeral cuando yo tenía 22 años apareció una señora muy distinguida y digna a decirme que era tu madre y mi abuela, que yo era el retrato fiel de ti…sabes que le dije:

“Señora mía yo ya soy un hombre y si puedo soportar la muerte de la persona que era todo mi mundo, podré soportar el resto de mi vida la ausencia de mi padre que nunca estuvo, ya no lo necesito…lo necesité cuando era un niño, pero al final lo que nunca se tuvo nunca se extraña, dígale que sea feliz y que yo seré un gran hombre al final de mi vida”

Señor hoy ya estoy adulto y las secuelas de tu ausencia ya forjaron grandes hoyos en mi alma, te cuento que mi vida fue un poco triste, que me transformé en un hombre tímido, inseguro y sin quererlo pisé sobre tus propias huellas, yo que siempre juré que no haría lo mismo con un hijo mío, hoy existe un niño hermoso, de grandes ojos azules y sonrisa fácil, lleno de ternura y amor que, teniendo mi sangre camina senderos muy lejanos a los míos, lo he visto pocas veces y a pesar que lo amo con pasión no puedo alcanzarlo y quizás nunca lo haré.

Señor, es difícil despedirse cuando tú ya no estás presente. Hoy ya no existe el hubiera y solamente me queda tu recuerdo muy pequeño de una tarde de verano hace muchísimos años en el centro de la Capital, cuando al bajar de un bus con mi madre, me presentó a ti a quien por mis cortos tres años no miré jamás a los ojos por miedo a lo desconocido, quedando en mi mente el recuerdo de los pastelones del suelo pasando bajo mis piececitos, esa es la única vez que te vi. padre.

Me pregunto por qué es tan difícil para vosotros los humanos aprovechar los regalos de Dios. Por qué necesitáis de duras pruebas para recapacitar y ordenar vuestro caminar…en fin me pregunto tantas veces cosas de las que ya no tendré jamás respuesta.

Ahora ya no es tiempo de reclamaciones, ni reproches, el pasado, pasado está. El por qué no me permitiste acercarme a ti, el por qué de esa coraza que te pusiste…Aunque todo esto ya no importa y sin embargo ahora…que ironía ya que no estás para siempre, hoy es cuando más cercano te siento a mi, pues te encuentro en los viejos que van de la mano de sus nietos por las plazas de juegos, en los hombres que caminan solos por las calles y que tienen edades similares a las que tendrías ahora.

Cuantas veces quise llamarte y no lo hice, cuantas abrazarte, besarte, pero no me atreví a hacerlo y así cuantas acciones de mi vida que he dejado de hacer. Sin embargo tu lección y mi más duro aprendizaje fue no verte jamás.

Sé que esta carta nunca la leerás, pero mis lágrimas al escribirla te dicen lo que estoy sintiendo y no es de ahora es desde hace mucho, estoy seguro de que desde donde te encuentres serás mi mejor consuelo, que este dolor y coraje que llevo dentro no sanarán jamás, pero si llegaran a cicatrizar algún día padre.

Sólo me queda decirte que te quiero a pesar de todo, que con los años me di cuenta que no todo es blanco o negro y, que juzgarte por mis carencias no conociendo tu versión de los hechos me haría tan injusto como creía de ti.

Que no todas las madres actúan bien y muchas toman a sus hijos como bienes propios sólo porque Dios les dio un vientre donde cobijarlos que le prohibió a los hombres. Que a medida que me volví viejo entendí que a veces el destino nos obliga a hacer cosas que nunca hubiésemos deseado realizar.

Que mis oraciones se han renovado por ti viejo y que aunque nunca te vi en mi vida ya tienes en mi corazón un cuerpo y una imagen que he creado yo mismo para ti…Despedirse es muy difícil, pero decir adiós lo es aún más y sin embargo todo final nos lleva a un nuevo comienzo si tenemos esperanza…


Gracias de todas formas Padre mío, tu hijo.




PD. Esta carta está dedicada a todas las madres que decidieron alguna vez tener un niño sólo para ellas sin darse cuenta que pasaría con esos pequeños, a los padres irresponsables que un día se alejaron sin volver la vista atrás olvidando a su hijo, a mi Madre que cometió el mismo error, a la Madre de Antonio que nunca me valoró como padre ni le importó mi inmensa tristeza, a mi mismo que por miedo a seguir sufriendo y hacer sufrir a mi pequeño opté por esperar ese día que podamos hablar de hombre a hombre, finalmente a mi Padre…si a él de quien sólo supe se llamaba Manuel…..y a todos los hijos olvidados que caminan por este Mundo tratando de ser felices a pesar de ser inocentes de su destino.





Buenas noches hijos míos.