lunes, 6 de diciembre de 2010

PALABRAS DEL ALMA N.47:"LA TRISTE PUERTA GIRATORIA DE LOS JÓVENES"

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“No es que los jóvenes cometan delitos y luego queden en libertad…Ellos ya están presos en sus esquinas, delinquen, los apresan para luego dejarlos en libertad y devolverlos a la misma esquina”


En alguna revista antigua donde aparezca la caricatura de una persona adinerada, seguramente el dibujo mostrará a alguien gordo, con sombrero de copa y fumando un puro. Pero si en la misma revista aparece el dibujo de alguien en pobreza, entonces se lo mostrará harapiento, flaco y sucio.

Sin embargo, si hoy se re-dibujaran esas caricaturas, los resultados serían opuestos. Lo más probable es que aquel que tiene bajos ingresos se lo dibuje con un cuerpo gordo, producto de una mala alimentación, abundante en grasa. Por el contrario, el de altos ingresos aparecerá esbelto, debido a una dieta balanceada y práctica de ejercicios.

Así también cambió la imagen que proyectaban los jóvenes socio-económicamente opuestos. A un joven perteneciente a una familia acomodada, que antaño irónicamente era apodado “hijo de papá” aludiendo a que vivía una vida relajada, servida y de holgazán, hoy se lo percibe sobre-exigido por rendir y con múltiples actividades, aunque muchas de ellas sean sólo de carácter recreativo.

Sin embargo, el joven que vivía en una población y, que se caracterizaba por no tener tiempo libre para ayudar al sustento y al funcionamiento de su hogar, hoy vive prisionero de la inactividad.

Duele constatar que en nuestras poblaciones, villas y bloques de departamentos, los jóvenes y adolescentes aparecen a la luz del mediodía, no teniendo muchas posibilidades de esparcimiento ni lugar en sus diminutas casas, instalándose en las esquinas sin nada que hacer, esperando la noche para un enajenante carrete generado por una intoxicación de “pasta base”, “cocaína” o “marihuana”. En parte para matar el ocio o tener identidad se tatúan sus cuerpos y ponen aros imitando con eso y sus vestimentas a quienes ven en los videoclips.

Creen que con esas imágenes y actitudes van a amedrentar a una sociedad que los ha marginado, no entendiendo que esta sociedad ya ha tenido generaciones tras generaciones de distintos estilos o modas y, a todos los ha absorbido comiendo sus vidas sin que nadie haga nada por ellos.

En realidad sus comportamientos son el “estertor” de una juventud a la que al no poder hacer nada útil, les hemos muerto sus sueños, esperanzas y deseos de progresar. Son el subproducto de una sociedad de consumo, que les inculcó siempre a ellos y a sus padres que a través de la zapatilla, el peinado, los accesorios y vestimentas, los aros y tatuajes, tendrían más status entre los suyos.

Jóvenes rebosantes de vitalidad condenados a las esquinas como en un absurdo reality macabro y que no es fantasía de la televisión, sino su patética realidad.


Si no los salva un trabajo, una actividad o la sanadora pichanga de futbol, lo más probable es que caigan en la droga y de ahí, seguro a la delincuencia o la “plata fácil”.

La delincuencia juvenil no se elimina con más policías en las calles, ni más cárceles juveniles; se ataca cuando como sociedad, dejamos de fabricar delincuentes que no quieren serlo. Hay que cambiar la cultura del consumo por la cultura del trabajo. El trabajo no es sólo para ganar plata es fuente de creatividad, de vínculo social y afectivo, de proyección y activamente nos hace parte de una comunidad social.

Viven en la angustia los padres de esos muchachos, que ven que sus hijos ya están en una especie de cárcel, al estar parados en las esquinas sin nada que hacer, a disposición de terribles fuerzas negativas que los atrapan en el tráfico, robos y vicios.

“La Puerta Giratoria” no es que los jóvenes cometan delitos y luego queden en libertad. Ellos ya están presos en sus esquinas, en sus mundos, en sus amistades todas igualmente enfermas. Pero son privados de libertad y los sumergen en reductos plagados de delincuentes experimentados que sólo los preparan para cuando salgan, y saldrán más expertos, más enojados con la sociedad, más cerradas estarán las puertas si algunos tratan de cambiar el destino, y los caminos serán sembrados de drogas y tráfico.

Debemos abrir los ojos, debemos cuidar a nuestros niños, debemos luchar por decirles que SI se puede cambiar, pero el miedo y la indiferencia es más fuerte, hasta que uno de sus propios hijos cae en este abismo.

No estoy diciendo nada nuevo, las calles, las esquinas, los pasajes y callejones de ciudades por todo el Mundo están plagados de esta juventud. Países con un desarrollo superior nada han hecho por ellos, países del tercer mundo los utilizan como “soldados” de grandes traficantes, y cada vez son más pequeños en edad.


Pregúntate…que haces tú por cambiar esto? Si crees que no existe sólo toma tu carro y da una vuelta a la ESQUINA DE TU CASA.


Buenas tardes.