martes, 4 de diciembre de 2012

PALABRAS DEL ALMA N.63: "AL VENIR AQUI HOY, NO TENGO SEGUNDAS INTENCIONES, SÓLO VENGO A LUCHAR POR MI FUTURO"(1992 hace veinte años y nadie hizo nada....por eso pronto seremos juzgados)

Hola, soy Severn Suzuki y represento a ECO (Environmental Children's Organization). Somos un grupo de niños de 12 y 13 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas, para decirles a ustedes, adultos, que deben cambiar su forma de actuar. Al venir aquí hoy, no tengo segundas intenciones. Lucho por mi futuro.

Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.

Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez con cáncer. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, y desaparecen para siempre.

Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.

¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?
Todo esto ocurre ante nuestros ojos, y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no tengo soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.

No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.

Si no saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo.

Aquí, ustedes son seguramente delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad son madres y padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco mil millones de miembros, treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.

Aunque estoy enfadada, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo cómo me siento.

En mi país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos, y aun así, los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las compartimos.

En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.

Hace dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropa, medicinas, un hogar, amor y afecto”.

Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué nosotros, que lo tenemos todo, somos tan codiciosos?

No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos niños que viven en las favelas de Río; podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; un niño víctima de la guerra en Oriente Medio, o un mendigo en la India.

Aún soy sólo una niña, y sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la Tierra sería un lugar maravilloso.

En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser codiciosos.

Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?

No olviden por qué asisten a estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.

Pero no creo que puedan decirnos eso nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.

Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras.

Gracias.

Ella impresionó a la ONU Con su discurso y asi se hizo famosa con solo ser una niña

martes, 19 de junio de 2012

PALABRAS DEL ALMA N.62: "UN DIA DEL PADRE MÁS..."

¡Es tu día papá! ¿Dónde estarás?



¿Atormentado como yo te sentirás?


En qué bruma donde no entro yo.


Un lugar donde no existe el arrepentimiento.


Donde tu corazón encallecido no responde.


Donde la conciencia se la acalla o esconde


¿Qué hace que reniegues de tu sangre?


¿Qué te pone barreras infranqueables?


... Huiste, me dejaste herido en la orfandad.


No es lo material que puedes darme.


Son las horas que podías regalarme.


Es tú ausencia que tiene mi corazón enfermo.


No sé si estás cerca, pero si muy lejano.


Y todo este desasosiego es vano.


Quizá incomodé tu vida, se borró en el tiempo.


Hoy como ayer, no te puedo llamar papá.


He tratado de imaginarte, hallar en mi tus rasgos.


Tu imagen no tiene rostro.


Porque tú así lo quieres. Siempre me ignoraste.


No voy a juzgarte. El amor se da.


El amor se siembra, se riega con afectos.


Más ¿Cuánta falta me hiciste?


Cuando cruzaba la vida con pasos vacilantes.


No estabas para remontar mi barrilete.


Que caía tristemente como mi corazón herido.


Cuando los niños orgullosos hablaban


de sus padres, cómplices de sueños.


Nunca estuviste en los festivales.


Tu espacio, siempre estaba vacío.


Mudo testigo hiriente, causa de mil preguntas.


Mientras otros llenos de orgullo aplaudían.


Corrían con los brazos extendidos.


reian y lloraban de alegría.


Premiaban con sus besos y abrazos.


Mientras yo intentaba esconder


Las lágrimas que llenaban mis pupilas.


Los niños sin maldad me preguntaban


¿Por qué tu padre no vino?


¿Acaso no tienes padre?


Preguntas inocentes, agudas como dardos.


Mordía mis labios con dolor e ira,


Sangraban mis labios y mi corazón herido.


Con los puños apretados. Huía presuroso.


¡Cuánta falta hiciste!


Hubiera dado la vida por verte.


Sentir tus brazos fuertes.


Tus dedos por mi pelo, con ternura.


Guiar mis primeros pasos


Oír tu voz varonil repitiendo mi nombre.


Verte sabio, contarme historias de hombres.


Cuantas veces deseé que estuvieras,


junto a mi lecho de enfermo.


Mi madre, trabajó sin tregua, por ella soy un hombre.


Papá, te odié, te extrañé, te necesité.


Nunca viniste, te fuiste, sé que estás ahí.


Soy como tantos hijos indeseados.


Condenados a silencios o abandonos.


Hoy que soy hombre, me sigues faltando.


Solo esperaba que me dieras sombra.


Cuando el sol quemara, que fueras mi cómplice,


mi eterno camarada, que fueras mi padre


cuando me cansaba. Cuando yo erraba.


cuando yo triunfaba, cuando me hice hombre


Hoy no te odio, porque me diste la vida.


Que mi santa madre, defendió como leona.


Ella es mi madre, ella es mi padre.


Tú, un señor ausente que no sé si un día


Tendrá el valor de decirme “hijo”


Y yo de llamarte padre