miércoles, 19 de julio de 2017


PALABRAS DEL ALMA N.72: VENGO DE UN PAÍS LLAMADO CHILE

Vengo de un país cuyo nombre se confunde con una variedad de pimiento pequeño y muy picante de origen mexicano, pero la verdad es que su nombre es resultado de vocablos de pueblos originarios de esta parte del mundo, como los “quechuas” cuyo vocablo “Chiri” significaba “confín” usado por los incas para referirse al confín de su imperio al término de sus tierras en el sur del continente.

Si me refiero a CHILE, el país donde nací hace 52 años y que amo desde mi más profundo interior, mi hermosa Tierra, mi esencia y amor, por quien daría mi vida mil veces, y a pesar que me siento un ser del mundo, nunca dejaré de extrañar este terruño.

Un país, que se esconde detrás de la Cordillera de Los Andes, apartado y huérfano de sus hermanos americanos. Un territorio gobernado y defendido hasta la muerte por sus indios y mapuches dueños de la tierra hasta el día de hoy sometidos, pero que durante cientos de años, lucharon contra los conquistadores, guerreros incansables que nunca se doblegaron a defender el suelo donde nacieron, dándole una lección de valentía y fuerza a los españoles.

Un país, donde nuestro padre Dios no ahorró en belleza para dibujar su geografía, loca y traviesa como la describe Benjamín Subercaseaux. Con una franja de costa que cubre todo el largo de su continente y pelea junto a las cumbres nevadas con hielos eternos, por la llanura cubierta de bosques, lagos, ríos y acantilados. Donde nuestra capital Santiago queda a 45 minutos de los centros de esquí y centros invernales, pero también donde hacia el lado opuesto en 1 hora de camino se llega al océano pacífico con sus playas eternas de kilómetros soleados.

Un país, donde el norte es desértico y solitario, de hombres taciturnos y desconfiados, de caminar pausado mezcla de pueblos hermanos peruanos y bolivianos, donde nace el oro del confín de la tierra llamado cobre. Los suelos están llenos de cicatrices de un pasado de riachuelos de agua, secado por la naturaleza hace miles de años. El norte dueño de una de las cumbres más altas de Sudamérica como es el Aconcagua con 7.000 metros de altura y, una segunda como Los Ojos del Salado con 6.900 metros de alto.


El norte de mi país, es pueblo entre tormentas de polvo y pueblos olvidados de una existencia pasada donde se extraía el salitre, donde chinos y africanos, eran traídos a nuestra tierra como mano de obra barata para romper las entrañas de los suelos. Un norte hecho a puño y esfuerzo, sacado del fondo de la tierra, por mineros encorvados que caminan al interior de las montañas buscando al riqueza que entrega la tierra, nortinos poco sociables, enjutos y callados, con caras de pocos amigos, de un hablar pausado que mezcla trozos de leguas de nuestros hermanos vecinos, cerrados y desconfiados frente al extraño.

Un país, donde a pesar de ser el último del continente antes del polo sur y la antártica, tenemos un clima templado con un promedio de 25 grados anuales, teniendo estaciones como invierno, primavera, otoño y verano, muy definidas que nos permiten disfrutar de cada etapa evolutiva y nacer de la naturaleza.

Un país, que es el más estable económicamente de latino-américa, sin grandes recesiones ni colapsos bancarios, con una deuda externa controlada, un trayecto político que a pesar de presentar extremos ideológicos en sus gobiernos, su renovación y traspaso de mando gubernamental, se realiza con una cultura cívica ejemplo para el mundo ya que somos un pequeño país en vías de desarrollo.


Un país,  cosmopolita donde se mezclan hermanos de todos nuestros vecinos y del mundo, que vienen a buscar progreso y bienestar a nuestra tierra, todos bienvenidos, todos aportando a engrandecer esta tierra. Colombianos, peruanos, bolivianos, argentinos, venezolanos, se mezclan con visitantes de suelos muy lejanos de Europa y Oriente, grandes colonias de alemanes, franceses e italianos, han hecho de este suelo su casa a través de los años. Todos hermanos sin fronteras ni límites, de lenguajes enriquecidos y variados, hijos de un mismo Dios.


Un país, cuyo centro está la economía, la actividad que hace vivir esta nación se encuentra en una capital maravillosa, donde se mezclan en unos 641 kilómetros cuadrados, dos cerros que nacen en el medio de la ciudad y que comparten con sus calles, transformándose el pulmones de oxigeno de la ciudad. Santiago, donde no podía sino cruzarla un río por el medio que juguetea con sus rincones avisando que la costa está cerca, un centro económico donde se encuentra el edificio más alto de américa del sur y que es ícono de un bienestar financiero que muchos desearían, y que es la razón del por qué somos el logro del éxito personal para muchos de los inmigrantes de países vecinos que nos alagan quedándose entre nosotros para siempre.


Aquí sus mujeres y hombres son más universales y abiertos, de gran cultura y con los mayores ingresos anuales de esta parte de Sudamérica, llegando a un promedio de US$ 3.000 mensuales. Sin embargo, es la zona donde se visualiza un mayor distanciamiento entre las clases sociales, teniendo el poder económico un reducido 25% de la población, el resto repartiéndose las sobras y sobreviviendo entre la clase media baja que se lleva el mayor esfuerzo en la carga laboral y un pequeño porcentaje que simplemente se encuentra en la pobreza, sin acceso a los bienes básicos de subsistencia.

Un país, de tierras del sur llenas de bosques eternos, rodeados de lagos y ríos salvajes que bajan desde la cordillera atravesando valles para dormirse en las frías aguas del pacífico. Pulmón de oxígeno mundial, donde la actitud de su gente es distinta, son personas que habiendo recibido muchas colonias extranjeras y culturas diferentes, en contraposición con los pueblos autóctonos que conviven en conjunto, la voluntad de hospedar y dar refugio al extranjeros es impresionante, de personas afables y sociables, de conversaciones interminables, de no tener temor de convidarte a su hogar y hospedarte todo el tiempo que necesites. De chimeneas y fogones de leña, de hospitalidad donde se comparte el plato y el abrigo, donde los desayunos son deliciosos y abundantes, donde no falta una habitación ni una cama para el forastero o viajante. Personas hermosas de sentimientos limpios como las vertientes que caen de sus montañas, los almuerzos son más abundantes que la cantidad de comensales, las fogatas encendidas hasta altas horas de la noche junto a un mate o té de hierbas y la conversación amistosa y fraternal, que te invita a ser parte de la familia.

Un país, donde nacieron poetas como Pablo Neruda y la gigantesca Gabriela Mistral, escritores como Vicente Huidobro, Isabel Allende, Pablo Simonetti y el mismo Benjamín Subercaseaux, de Violeta Parra y Victor Jara, estadistas como Eduardo Frei, Arturo Alessandri y Salvador Allende, deportistas como Marcelo Chino Ríos, Iván Zamorano y Alexis Sánchez, de grandes personajes como Tom Araya vocalista de Slayer o Pedro Pascal que participa de la cinta Games of Thrones, pasando por Leonor Varela, Don Francisco y Arturo Gatica, el pianista Claudio Arrau, etcétera….etcétera.



Mi entusiasmo por mi Tierra es el de un niño que por centésima vez descubre el encanto de su juguete preferido, es un sentimiento tan sano, tan santo, tan humano, que arrebata y contagia.

Chile, una tierra que es un puzzle, un mar con cardumenes de peces que viven en un enriquecido océano, pescadores y leyendas, islas misteriosas y cerradas como una sorpresa ante la curiosidad del hombre, selvas en las cuales dos hombres separados por escasos metros de maleza tardan dos días en encontrarse, montañas que se hunden y se levantan en el océano como en los dibujos animados. Suelo donde no se tiene claro si los volcanes están en las cordilleras o en el fondo del mar; la verdad es que están en ambas partes; la chilena es una naturaleza más llena de sorpresas conocidas, golpeada muchas veces por la grandeza de la naturaleza, teniendo el terremoto más grande de la historia de la humanidad con 9.6 grados de magnitud en la ciudad de Valdivia.



Mi país es un recuerdo y una realidad, es un proyecto más que un momento, mi país es la dificultad del presente y la manera de enfrentarla. Son las mesas en las que todo falta, pero todos ayudan. Es la manera de convertir al compañero en amigo y al amigo, en mi hermano.



VER ESTE ENLACE SI QUIERES CONOCER A MI HERMOSO PAÍS...TE ESPERAMOS EN EL SUR DEL MUNDO CERCA DEL POLO SUR...VEN A CONOCERNOS....
CHILE EL PAÍS MAS HERMOSO DEL MUNDO