viernes, 11 de mayo de 2018



PALABRAS DEL ALMA N.82: ESCRITOS Y MÁS ESCRITOS DEL INTERIOR DE MI ALMA.

Carta a Dios

Sabes Dios, me diste el don de escribir, de endulzar la tristeza con fantasía y opacar el gris con una sonrisa. Pero hace un tiempo que me siento abandonado, me siento vacío, me siento perdido en este mundo; que me enseñaron desde niño era mi mundo. La música solo me produce recuerdos, algunos fríos, otros simplemente buenos recuerdos; los placeres de la vida, esos que me alejan de ti, ya no vienen a mí, ellos me dicen que estoy cada vez más viejo y no merezco volverme a sentir vivo, me brindan una llama de felicidad momentánea, no creo que deba decirte esto porque tú conoces mi ser.

No intento reprocharte ni mucho menos, solo Dios ¿por qué me trajiste hasta acá? ¿Qué has buscado de mí en toda mi vida? ¿Qué quiero yo? ¿Por qué intento buscarme insaciablemente y solo me encuentro en la nada? Nada, una simple palabra que abarca sentimientos de angustia, dolor, tristeza, soledad e infinidad de nada.

Dios, qué hago con el nudo atado a mi corazón que bloquea mi vida, dame un puñal para cortarlo de raíz o dame tus manos para desatarlo. Perdona si me quejo sabiendo que tu creación sufre por enfermedades, pobreza, guerra, inundaciones, sufren de no tenerte a ti. Y yo que lo tengo todo y no tengo nada, que lo veo todo y no entiendo nada, que lo puedo todo y no intento nada, yo Dios, sufro de lo peor que le puede pasar a un ser humano, eso es tener pobreza en el alma, tristeza en el corazón, inundaciones y tormentas en mi cabeza. Yo Dios, sufro porque sé que me esperas con tus brazos abiertos y aun así nunca puedo volar hacia tu regazo.

Perdona mi cinismo y mi rebeldía, por querer tenerte y no obedecerte, por querer saciarme de ti y no agradarte, testarudas son mis ganas de sufrir teniéndote a ti, terca forma de vivir, mi alma manchada con la impureza y vanas alegrías de este mundo, este mundo que creaste y sin mayor elección me tocó vivir.

Dios, solo intento desahogar esta furia que arrasa mis sentidos y nubla mi razón, esta ira que no me permite ver tu luz, esta fuerza oscura que penetra mi interior y me ahoga en la profundidad de una depresión. Quizás quien lea esto me reproche porque no veo la vida de otra forma, realmente no me importa porque solo basta estar apresado en la angustia y el miedo del “No le encuentro sentido a nada” para sincerar y desnudar cada parte que compone mi ser, mis perfecciones e imperfecciones, mi bondad y mi maldad, mi conciencia e ignorancia…Dios ayúdame por favor.

Amor es esplendor

Humanos, porque eso somos, todos nos hemos enamorado alguna vez, de alguna forma, de cualquier ser. Y véase que dije enamorar, no a todos se les corresponde el mejor sentimiento para uno, todos hemos amado sin ser amados y es algo que siempre me intriga. ¿Por qué saber que duele? Y aun así ¿Seguimos amando?

Sabemos que nos hace daño, que nos destruye, que te paraliza, pero eso nos gusta, cada día que vemos a la persona nada importa más que verla sonreír, verla reír, es la mejor música para ti. Pero ¿Por qué nos aferramos?

Porque el corazón quiere amar, no importa si no eres amado, te gusta saber que amas, que estas sintiendo, sabes que te gusta cuando tu corazón se acelera y no se detiene, sabemos que nos gusta parecer más rojos que la mismísima sangre cuando hablamos con esa persona.

¿Por qué sufrimos?, ¿Por qué no nos importa si la persona no nos ama?. Porque somos humanos y queremos amar, queremos poder amar a alguien sin necesidad de recibir algo a cambio, porque ese es el sentimiento más noble que existe, más claro que el agua, no esperas una caricia, sólo esperas la satisfacción de adorar a esa persona. ¿Qué nos atormenta día y noche?

El no poder besarlas, el no poder decirles que las quieres, que las amas, que es tu oxígeno, tu aire, que esa persona es tu gravedad, que sólo esa persona te mantiene aquí en la tierra, y nada más grande que el amor que sientes por ella.

Pensar que tú puedes hacerle más feliz que nadie en este mundo, podríamos decir que envidiamos a las demás personas porque ellas sí pueden tenerla, pero no es así, no las envidiamos porque sabemos que el amor más sincero es el nuestro.

Y finalmente podemos decir que estamos enamorados, de la A a la Z, sin importar que sigamos amando, y así será siempre. Nunca amamos en vano, nunca amamos a la nada, todo amor es esplendor, todo este amor nos nutre, nuestra alma es feliz, somos felices, de una u otra forma el amor siempre permanece, dolidos o amados, siempre permanecerá.

Vete, vete ya por favor!

Y si ya no quisiera tenerte, ya no quisiera pensarte, ya no quisiera soñarte…¿qué pasaría con mi mundo? Quizás solo permanecería tu recuerdo que borraría con el tiempo de mi mente y mi corazón, así como estas palabras que pueden escaparse como el agua cuando corre entre los dedos.

¿Y si ya no quisiera…? Pero, ¡si es que ya no quiero! No quiero pensarte, no quiero sentirte, no quiero sentir tu respiración en mi piel, no quiero sentir el calor de tus manos en mi cuerpo cuando hiela la noche, ni el olor a tu perfume de Chanel 5, el fuerte olor que se impregnaba en tu piel a tabaco, no quiero escuchar tus palabras en mi corazón. ¡No quiero pensarte más ni imaginarte! No quiero el dolor que siento por no tenerte y por temor a perder algo que jamás tuve: tu corazón.

¡Qué me pasó! Que te ha pasado, que en mi pecho retumbas buscando a una mujer a quien no verás, de quien no sabrás jamás. Sana corazón, sana y olvida, olvida pronto porque la duda duele, la soledad mata y la incertidumbre agobia. Sana mi corazón, sana y busca un nuevo amor, un amor confiable, un amor tierno y sincero, un amor calmado, un amor verdadero y definitivo. Sana corazón y deja libre mi ser de este dolor que atrapa y detiene el tiempo, sana para que esta caída libre y sin fin llegue a buen término, ¡sana de una vez! Para que pueda ya vivir sin ella.

¿Ella? ¡Pero quién es! No es más que una desconocida que intentó robar mi corazón, una vulgar ladrona que entró sin avisar a mi vida, una homicida de esperanzas, una sepulturera de bellas emociones. Por eso no quiero verte en mi mente más, no quiero recordarte, ¡vete! ¡Vete ya!

Déjame en libertad, deja a mi preso corazón que no hace más que pensarte y suspirarte, deja mi alma inmaculada y sin mancha alguna, déjame y lleva contigo todas las promesas que con tus miradas creó y alimentó mi corazón en aquel cuarto de amores, qué profundas promesas que ya deseo desaparezcan.

¡Vete ya! ¡Amor que nunca fue, vete ya! mujer que ocultas al ladrón, vete y no vuelvas más, deja a esta Antígona sufrir solo en su tragedia Griega, ve por tu camino y no guardes de mí más que un recuerdo. Vete y no vuelvas jamás.

Si tan solo pudiera volar y al fin ser completamente libre.

Un día más. Si tan sólo pudiera volar y al fin ser completamente libre… Nuevamente como todos los días, queriendo ser yo mismo pero también actuando con mi doble personalidad para aparentar ser la persona que en realidad no soy y que me toma mucho trabajo aparentar que soy. Todo por esa verdadera identidad que me impide vivir la vida con plena libertad, que no me deja andar por el mundo sin pensar en el que dirán los demás.

Siempre pasando desapercibido ante el mundo aunque sin duda alguna queriendo ser centro de atención. Pero un día como cualquier otro, la persona más importante en mi rutinaria y solitaria vida; me hace saber de los rumores que andan vagando por ahí, rumores cuyo protagonista soy yo. Esto es algo que le da vida a mis pequeñas crisis depresivas que crecen como burbujas a punto de estallar.

Solía pensar que actuaba bien, que podía ocultar lo que quisiera pero desafortunadamente, en este caso las cosas no estuvieron a mi favor. Sentirte como un extraterrestre, eso es algo que lentamente va haciendo que mi autoestima se vaya al piso, destruye mis ganas de vivir y de cumplir mis metas.

He pensado en muchas soluciones para terminar con esto, para tener tranquilidad, para ser libre y feliz pero algo así no es tan fácil de obtener, hay que hacer sacrificios, los cuales no estoy dispuesto ni preparado para afrontar.

¿Acabar con mi existencia? Pareciera ser una buena solución ¡pero si quiero ser libre y feliz! ¿Cómo se supone que lo sería si no estoy? Además es algo muy cobarde por mi parte, dejar todo y huir con la cabeza baja no parece una buena opción. Y de repente se me ocurre algo que parece ser el salvavidas que no me dejará hundirme hasta el fondo de este océano imaginario en el que me encuentro: irme a un lugar muy lejano, un lugar hermoso, único y solitario, alejado de la sociedad, alejado de todos, pero cerca de mi yo interno.

¿Dónde quedaría mi vida social? Tarde o temprano tendré la necesidad de sentir el afecto de alguien, ya saben, esa persona que te haga sentir importante, que te diga cosas bonitas, etc. La esperanza de que esa persona llegue a mi vida es casi siempre escasa, pero a veces pienso ¿por qué no habría de llegar si soy un mejor hombre que muchos que son felices?

Creo que cada uno merece tener a una persona a su lado y creo que cada quien tiene en su destino a una persona que tarde o temprano llegará a su vida. En fin, aquí lo que sucede es que mi vida no tiene un rumbo si no puedo vivir de verdad, si no puedo ser libre y feliz; pero eso tiene su costo, es algo que me destruiría al menos ante la sociedad.

Si tan solo pudiera volar y al fin ser completamente libre…

Aposté por ti...

Un día aposté por nuestro amor, aposté por la distancia que nos separaba, aposté por esa historia de amor distinta a las demás como me decías, aposté con que un día mi vida perteneciera a la tuya, te amé como hasta ese entonces no lo hice con nadie, me enamore de ti, hubo mucha gente que no apostaba, pero los dos estábamos tan seguros de nuestro amor… pero yo aposté mal...porque el tiempo les dio la razón en que no hay que amar a quien sólo te dice un “te extraño" o un “te amo" sin que te lo demuestre...mi amor se vino por suelos porque aposté por alguien que nunca apostó por nuestro amor y dejó que la distancia lo destruyera para siempre, aún me acuerdo de esa última despedida en el tren metropolitano…esa estación donde me dejaste para subir al vagón, yo retrocedí, pero miré por el vidrio estando casi seguro que tú mirarías hacia afuera buscándome…pero te vi ponerte los audífonos y sonreír sin preocuparte de mi, parecía como si te hubieras liberado de un estorbo…morí de dolor y me prometí que guardaría esa imagen como la final, no dejaría que volvieras a dañarme, y hoy después de 7 años aún sigo ahí, en esa estación mirando pasar las personas y soñando que un día bajarás de un vagón, correrás hacia mí y me dirás perdóname estoy aquí para siempre amor.

Fingir

Ahora estoy sintiendo dolor, temor de lo que pueda pasar mañana, teniendo cada parte de mi persona destruida, de mi interior devastado, parece que se comen mi ser, mi fe, mi estructura, las lágrimas brotan, mi imaginación crea lo peor que podría pasar, lo peor que podría sentir hacia aquella persona. ¡Dios! No debería creer en las personas y sin embargo, lo hago.

Cada parte de mi ser no debería sentir, yo debería de mandar a los sentimientos y no puedo, no me dejan, no se puede. Maldición, ahora me duele el pecho ¿sin respirar? No solo estoy cansado, cansado de esta fría humanidad, que no sienten, que engañan, que mienten, que solo me hacen sufrir, el más cercano es mi enemigo, el más lejano solo me apoya con gritos.

No puedo seguir así, no puedo estar bien, pero eso a nadie le importa, nadie lo toma en cuenta porque yo soy un cero a la izquierda para ellos, solo soy a quien acuden por ayuda y no porque importe, a quien acuden porque algo les falta y no porque yo necesite ayuda. Muero por dentro, me quemo, lo notan, no creo. Solo las personas pueden ver lo que quieren, ellos ven su bien, yo veo su bien, pero no el mío.

Odio sentirme así, odio tener que estar ahí para quien sea y que esa persona nunca este ahí para mí, me pueden quitar todo, pero me lo devolverían, tal vez sonreiré, ¿por ellos? Para que se sientan satisfechos, ya nadie se sienta a mi lado, nadie está para mí, todos se han ido, me quedo con nada, me quedo solo, me siento abandonado por los idiotas hipócritas, pero ¿me lo merezco? No lo sé, ¿debería de saberlo? Creo que ahora solo me queda una cosa por hacer, algo que no quería, pero al menos eso funcionará, nadie lo notará: ahora sé que debo fingir.

Solo hay que creer o dejar de creer, solo tienes que pensar que las cosas cambiarán y cuando cambien, sentirás la necesidad de dejar de fingir.

Recuerdos de Karyna

Recuerdos que son como tatuajes imborrables que recorren día a día los espacios de mi mente y mi cuerpo, dejando una estela de sensaciones parecida a la que dejan las embarcaciones en el agua.

Recuerdos que provocan sonrisas, suspiros, lágrimas, pero sobre todo reacciones muy íntimas relacionadas con todas las experiencias de los días, meses y años de cercanía.

Recuerdos de tus labios, tus besos y abrazos apasionados, tus palabras o frases llenas de ternura, el calor de tu piel y el sabor de tu intimidad, tantas despedidas que duraban una semana y estábamos otra vez abrazados.

Extraño tanto esa esperada visita de fin de semana acordada o sorpresiva con intenciones conocidas que siempre fueron motivo de orgullo, pasión, satisfacción y felicidad.

Te quiere, te adora, te extraña, el Jóse.

Para ti que ya no estás

No es tan fácil simplemente tratar de describir el regalo que me das, al dejarte sentir.

Lluvia dejando mis ojos, que por tanto observar tu silueta desvanecida en la noche fría, niebla que se pierde con los rayos de luz, derraman tantas gotas impregnadas de tu imagen, rozando mis mejillas, empapando los desiertos, que por una mirada despiertan en colores, como los que tú emanas al dejarte ver, cómo los que produces en mí, con el reflejo de tus ojos. Me ahogo junto a ellos, descanso para siempre, paz infinita, solo tu mirada…basta tu mirada…

Oler tu presencia, el inconfundible aroma de tu piel, tu pelo, tus poros liberando la esencia que me atrapa inexplicablemente, inevitablemente. Respirar el aire que inhalas al momento de exhalarlo, purificado y filtrado por tus pulmones, esos que te dan el tiempo exacto para no perder la vida por un beso… respirar ese aire, respirarte a ti, unir tu cuerpo con el mío, sin tocarnos, solo sentirnos…te acuerdas como me decías que tu cuerpo presentía cuando yo iba en tu encuentro, como te llenabas de miles de hormigas en el estómago de sólo saber que te abrazaría pronto…respirar lo que te da la vida, completa mi vida, sostiene mi vida…

Oír el suave abrir y cerrar de tus ojos, tus pestañas al chocar, el toque de tu lengua al humedecer tus labios, tu respiración. Corazón al palpitar, la sangre recorriendo tu interior, sentirte viva, palabras saliendo de tu boca como flechas se clavaban en mi alma, sin desprenderse jamás, mientras sigas alimentando el encanto que me hechiza con cada frase brotando dulcemente de la mágica puerta que forman tus labios, seguiré escuchando… soñando despierto.

Qué más pedir que solo acariciarte una vez más, rozar tu nariz con la yema de mis dedos, pasear por tus mejillas, tiernas mejillas. Estás en mi escritorio en un marco digital donde están todos mis seres queridos, cada 3 minutos pasa una foto, pero tú sales a cada momento pues cargué muchas tuyas, me miras desde el escritorio, me sonríes como era en aquéllos años, no te vas. Quiero secar tu boca con un leve suspiro que provocas al sonreír. Cerrar tus ojos para sentir tus párpados, hermosas ventanas de tu alma. Frotar tus orejas de forma casi imperceptible…sigo a tu lado…por mucho más. Tocar por un segundo la parte de atrás de tu cuello, el tope de tu columna, donde choca tu pelo, que deja esa exquisita fragancia que me hace olvidar el mundo.

Ojalá algún día, espero no muy tarde, por el tiempo que sea, pueda fusionar mis labios con los tuyos y elevar nuestros cuerpos, perder la conciencia de todo, como aquéllas noches de fiesta a la salida de nuestros trabajos, sabíamos que teníamos unas horas solamente, por ello nos esforzábamos en sentir cada minuto, luego el taxi y yo a mi hogar y tu junto a los tuyos con el alma apretada y desolada, solo ese beso de despedida importa aunque dure solo un segundo… sería el más tierno y hermoso segundo… nuestro segundo eterno.

Quédate conmigo

Esa noche hace 7 años no pude dormir pensando que habíamos terminado. He dejado de amargarme porque sé que lo que tuvimos fue real, que en verdad nos habíamos enamorado y si en algún lugar, en un futuro, tal vez nos reencontramos en nuestras nuevas vidas, me dolerá verte con otra persona, pero te sonreiré con alegría porque tu felicidad siempre será la mía.

Y recordaré cómo pasamos los días de verano aprendiendo uno del otro, creciendo en el amor. Recordando las locuras que pasamos y los momentos únicos y románticos que solo tú y yo sabemos pasaron. O recordando la promesa que nos hicimos que si no funcionaba en ese momento, que si nos volveríamos a encontrar lo volveríamos a intentar.

Nuestro amor nos despierta el alma, nos enciende el corazón y nos trae una paz increíble a la mente, eso es lo que me inspiras y lo que yo esperaba darte siempre.

Te amo, gracias por ser mi único y loco amor.

Un amor perdido que no encuentro ni lo he visto en años y temo nunca verlo, lo amo pero no quiero me daría miedo la situación.

El Día del Lobo

Soy un lobo, uno solitario.
Solitario, recorriendo mí camino
hacia mi hogar.

Día a día despierto y me preparo para recorrer
grandes distancias a través de montañas y valles,
cruzando ríos y bosques.

A lo largo de este viaje he conocido a otros seres y
muchos lugares; he visto y oído muchas cosas; he vivido
experiencias… Luchado grandes batallas por sobrevivir.

Con cada distancia recorrida, me siento a unos pasos más
cerca de llegar a lo que llamo hogar, pero... ¿Qué es hogar?

Un lobo errante que vaga solo por diversos caminos,
acompañado de la vida y la muerte; sobreviviendo día a día,
enfrentando miedos y soledad.

Ha habido muy buenos momentos en mi vida de lobo, los cuales
recuerdo y me dan calor en las noches más frías del invierno y
mantienen mi la esperanza de encontrar mi hogar;
me dan aliento para continuar.

Siempre he soñado con ese hogar, sin darme cuenta que me encontraba
en él. El hogar que siempre he anhelado fue siempre mi propio espíritu de lobo.

Ahora sólo resta aullarle a mis amigos y amigas lobos, invitarlos a mi hogar,
conocer a mi par del sexo opuesto con quien compartir el resto de mis días y
podré decir que he llenado mi hogar; que no es más que mi propia existencia.

Me fui

Qué pasa a mi alrededor, oigo mucha gente que murmura, aun no puedo abrir los ojos, me siento cansado. ¿Qué pasó? ¿Por qué todos se quedaron callados?

¡Noooo! Son mis hijos.

Me hablan con una voz entrecortada, pero no les puedo ver, solo sé que son ellos por sus voces, los reconozco. Me dicen las palabras que siempre quise escuchar, qué emoción, estoy contento. Siento que mis lágrimas brotan de mis ojos, pero lo que aun no entiendo es por qué no los he podido abrir.

¿Qué pasó? Mis hijos preguntan, yo también quiero saber ¿Qué pasó? ¿Dicen qué? Que estoy muy grave y que parece que solo esperaba la llegada de ellos. Y sí, justamente mi última lágrima fue para ellos. Todos lloran, mi hija me pide perdón, me dice lo mucho que me quiere y que lamenta no haber estado conmigo que era mi princesa (siempre se lo dije, nunca de verdad me escuchó).

¡Por qué, por qué, por qué! Por qué ahora, cuando no les puedo responder, cuando no puedo sentir sus brazos, ni sus caricias, ya no les siento, hijos míos.

Ya me he dado cuenta de que ya no estoy entre los vivos. He sentido, ahora sí, la frialdad, lo que tanto me gustaba en vida, pero solo que ahora quisiera estar con ustedes, sentir el calor de las personas que me acompañan, ya es tarde para todo. Para ellos porque pasaron muchos años sin acercarse totalmente a mí y para mí por no valorar el cariño de las personas que realmente sí me querían y esperaban que las incluyera en mi corazón.

Me despido pidiendo perdón a mis seres queridos, en especial a mi hijo más pequeño que nunca integré, que no sufra, ya que ahora estaré mejor, sin sufrir en vida, sin sentirme que no valgo nada, por ser mal padre, esposo, amigo. Me siento mejor. Me siento en paz, aunque solamente sin ustedes. Adiós, cuídense.

Amor y olvido

No fueron tiempos cualesquiera, tampoco momentos que simplemente pasaron, al contrario, fueron grandes días, días de alegría, felicidad, risas, juegos, amor mucho amor. Aunque también hubo ratos de tristeza, de llanto, de cólera. Que simplemente pasaron.

Cómo olvidarlos si fueron los mejores porque fueron a tu lado mi amor. Hay algo que tengo dentro de mí que hace que te recuerde, es algo bonito pero a la vez difícil de tener, es como tenerte cerca y a la vez lejos. Lo único cierto es que no te tengo a mi lado.

Quisiera decirte mil cosas al oído, cara a cara, por teléfono o por mensajes, decirte lo que solo sabe mi silencio. Mi silencio que sabe todo lo que en estos días callé. Pensé que era fuerte, más fuerte que todo esto, pero ¡no! Hoy me doy cuenta de que soy más débil de lo que creí, te tuve entre mis brazos y en el momento que más te necesitaba te perdí.

Me diste muchas cosas, me enseñaste a querer, me enseñaste a amar, me enseñaste muchas cosas que hoy no puedo olvidar. Un amor verdadero es aquel que tuvimos tu y yo y lo sabemos. K y J para siempre, lo prometimos y creo que aún seguimos en deuda, el destino quiso separarnos y nosotros solo dijimos adiós.

Ayer te vi y no sabes esas locas ganas que tuve de hablarte, y como te dije, este algo que llevo dentro me obligó a caminar hacia ti y decirte “Hola”. Y conversamos, y fue lindo...sólo que desperté y me enojé de haber despertado.

Miedo al amor

Lo opuesto al amor no es el odio, es el miedo. ¿Qué es el amor?: El amor es una plenitud en el corazón, y toda plenitud es un misterio, un oasis que sucede, entre dos personas, un misterio que depende de dos amantes.

En ese encuentro donde se crea un nuevo universo, donde los sentimientos se reproducen en su totalidad y donde se intercambian y se transforman ambas personas. Algo nuevo empieza a suceder…cuando dos personas se descubren forman parte de un sólo mundo.

Esta relación, en un principio se encuentra en órbita…si crece llegará a la intimidad, se volverá más profunda, más intensa…si tú estás en el centro de ése Universo y la otra persona está en su propio Universo, esas dos universos comenzarán a acercarse cada vez más y comenzará algo que llamamos amor, y que es lo contrario al odio.

Cuando el encuentro es fuera de su órbita, podemos decir que sólo somos simples conocidos. Podemos tocarnos, incluso podemos tener sexo, pero será desde los bordes, aquello es “un conocido”…así que no le podremos llamar amor, te acuerdas cuando te decía…”no me digas te quiero”…dime “te amo”...hasta que entendiste a qué me refería…ser conocido no es amor.

¡El amor es mucho más! llegar a conocer a una persona en su universo es pasar uno mismo por un gran cambio, una lucha desde tu interior, porque si quieres encontrar a una persona en su universo tendrás que permitir que llegue a tú universo y dejar que el alma se libere. Dejar de tener miedo y permitirte ser feliz.

Partida sin retorno…Abuela Nina.

Hoy ya no estás junto a mí, y sin embargo, te siento a cada instante a mi lado; te extraño... Cuánto te extraño. Fuiste el ser que me dio la vida, el ser que me dio todo, todo lo que una madre da a sus hijos...Abuela Nina…me diste ternura, me guiaste con amor. Madre, jamás te olvidaré porque madre sólo una y tú que fuiste mi abuela, supiste ser mi única madre, fuiste lo mejor que yo tuve en mi vida. Hay momentos en que mi pecho se desgarra recordándote...Rememorando tantas cosas que viví a tu lado, episodios de ternura, de risa y de dolor; fue tanto lo vivido que aunque trate de verlo de manera diferente para amortiguar el dolor no puedo.

El recuerdo, una caricia tuya, un regaño, un castigo... Son tantas las experiencias a tu lado que no puedo evitar, que una canción, un verso, una caricia de una madre a sus hijos, un día de las madres, un momento de alegría o de dolor, me haga llorar. Quisiera tanto que estuvieses aquí a mi lado como antes... Madre- Abuela, aún en sueños te veo... Me sonríes o me riñes, bailas regordeta y pequeña como eras, dichoso sueño al tenerte un momento junto a mí; aun sabiendo que no es real, disfruto tanto que quisiera quedarme así por siempre en un sueño a tu lado. Pero la realidad es otra, tú ya no estás hace muchos años, ya no hay quien me brinde ese cariño como tu... Jamás lo encontraré lo sé.

Madre y Abuela...como duele está separación, como duele ese adiós que no pudimos darnos antes de tu muerte ¡partida sin retorno! Sólo la esperanza de verte, de acariciar tu rostro aunque sólo sea en sueños, me da fuerzas para seguir viviendo...

Madre mía...abuelita…jamás...jamás te olvidaré.
Te amo madre Nina.

Volando alto

Mis ojos lloran, mi rostro se moja, no puedo hablar, el silencio cobra fuerza se aprovecha de mi flaqueza. Falta muy poco para que empiece a volar piensas que soy tan débil que moriré en el intento y te burlas de mí, déjame decirte que…

Puedes llevarte todo lo que tengo,
Pues decirle al mundo que yo no soy nada,
Como si me hubieses vencido,
Puedes golpear mis huesos hasta quebrarlos,
Como si me hubieses derribado,
Puedes romper mi corazón como vidrio en pedazos.

Ve e intenta echarme abajo, extenderé mis alas y me elevare desde el suelo, como un ave emprendiendo el vuelo, como aviones despegando hacia el cielo. Créeme siempre lo lograre.

Al igual que un sueño se desvanece como la niebla ante el sol, así me verás desaparecer no me importa lo que tu hagas, ya nada me detendrá. Has abierto las ventanas de mi corazón para pisotearlo ¿Acaso te hizo feliz verlo sangrar? Mi corazón aún está herido y mi cuerpo tieso y pálido, pero yo sigo sostenido por mis alas que brillan como estrellas en cielo. El aire está a mi favor, alas elévenme allá en lo alto, allá, más allá del horizonte donde ella no pueda más encontrarme.

¡Por fin! Vuelo, vuelo y vuelo.

Ven, ven, ven, ven e intenta hacerme daño, ya nunca lo harás, volé más alto de lo que pensabas ¿Creíste que no lo lograría? Será una largo viaje lo sé y yo estaré aquí observando tu miseria, lo que queda de ti, te veré desintegrarte como gotas de lluvias en invierno, te veré andar sola en el mundo como errante en el desierto. Al fin…Al fin volé alto.

Mi triste y viejo corazón

Estoy vagando por el mundo, buscando sin encontrar este sentimiento que haga latir de nuevo mi corazón. Me encuentro triste y solitario, en mi alma sólo existe soledad, me siento solo perdido en esta inmensidad sin poder encontrar la razón que de nueva vida a mi viejo corazón.

Desde que te fuiste hace 7 años mi alma está moribunda, como duele sentirse de esta manera, sentir que mueres y no poder morir, quiero evitar este sentimiento...Sentirme vacío y moribundo.

Como me cuesta sonreír y aparentar que todo está bien, cuando por dentro mi alma está muriendo. Como me cuesta sonreír y aparentar que estoy vivo cuando muero un poco cada día en estos años.

La muerte me asecha y la espero con desesperación, ahora sólo me queda esperar, esperar al ángel de la muerte que detenga mi desesperación. Y sigo buscando una razón para poder vivir sin ti, busco desesperadamente a quien nuevamente logre dar vida a mi triste y viejo corazón.

Grito al mundo que te ha de amar por siempre mi viejo corazón.

Muerto estoy

No me juzguen porque ya estoy muerto, ya no estoy con ustedes. Alguna vez sentí sus alborotos sus pasitos débiles, su respiración muy cerca de mis brazos y también sus manitos sucias y transpiradas en las mías, ustedes tampoco pueden ver mis sonrisas o mis llantos porque ya estoy muerto. Es que ya no siento nada. Ya ha muerto mi alma se cansó de tanta indiferencia de tanta soledad y de mucha vergüenza, vergüenza de que fui un estorbo es sus vidas diarias. Yo era antes de morir una herida grande ahora ya está seca cicatrizada por los inviernos y otoños veranos o primaveras, cicatrizada por el polvo de tantos caminos y puentes largos y desolados que tuve que pasar.

Los muertos no andan…muertos están. Ya no quiero nada, ya no necesito nada, porque no tengo en dónde guardarlo porque allá donde yo voy es muy lejos y no quisiera dejarlas en el camino para no estorbar más, vivo sólo, a veces me visitan mis hijos y nietos, mi Padre Jesús les abre las puertas para verlos salgo y mis ojos no resisten el sol…corro rápido a esconderme y así ya no escucho lo que me juzgan que es grande y fuerte como el sol que mis ojos no resisten. Cuando niño ya no soporte más y caí muerto al piso mientras veía la muerte veía otra vez la muerte y otra vez y otra, ahora adulto me cuidé para poder resistir hasta que esos hijos me sepultaran para siempre, pues así me daré cuenta de que sólo estuve cansado por eso decidí acostarme para mañana otra vez temprano ir a trabajar, en la noche al volver a casa descansaré y otra vez volveré a acostarme y el día siguiente salir a trabajar.

Sólo dame un motivo...

Desde pequeño he tenido un grave problema con las personas, no sé por qué, pero deseaba estar solo a socializar con los demás, aunque en realidad lo único que quería hacer era encontrar un amigo en este mundo…en mi mundo, no recuerdo muy bien cuándo me ocurrió aquello de lo cual no quiero hablar ni siquiera quiero recordarlo... Aun así mantuve mi sonrisa de niño inocente que creía que el mundo era bello, que las personas eran buenas entre otros pensamientos puros y eso me lastimaba mucho porque sabía perfectamente que aquello era una gran mentira. No culpo a nadie por mi forma de ser, mi madre hizo lo mejor que pudo por mi educación y mi formación moral pero todos crecemos perdiendo cosas en el camino.

Es gracioso para mí mirar atrás y darme cuenta de lo mucho que he cambiado, el único sentimiento que sigue vivo en mi es el hecho de encontrar a aquella persona que me salve de mi propio rencor guardado desde antaño en mi corazón. Desde que supe que un hombre debe estar con una mujer para toda la vida, me imaginé a mi chica ideal: Que sepa lo que me suceda con tan sólo mirarme a los ojos, ella sería la única que sabría a fondo de mi pasado y que me demostrara que estaría para mí cuando yo así lo pidiera al igual que yo para ella. Tal vez nadie lea esta idea loca que escribí por una reciente pelea con mi madre, a quien respeto y quiero mucho. Para mí no hay una persona que sufra la misma enfermedad que la mía...

Trastorno de personalidad múltiple, bipolaridad. No sé lo que me depara el futuro y tampoco quisiera saberlo por razones obvias pero...espero encontrarme con quien soñé hace tiempo, lloré por no poder ser consolado por ella y me enojé por el hecho de que tan sólo existía en mi imaginación.

Detrás de la máscara

Conocí a una persona que nunca nadie conocerá, no porque ya no exista en esta vida, sino porque no le gusta salir a la luz, es una de las personas con el corazón más grande que he visto, pero también la que tiene más miedo a ser lastimada, aparentemente mientras más cruel eres en este mundo mejor te va. Esta persona es generosa, cariñosa, no entiende muchas cosas de los otros seres humanos, no cree en la malicia y la catalogan como la más mala, sin embargo ella confía en extraños de forma ciega, les da amor, cariño y les abre las puertas de su vida sin pensar que quizás ellos no tengan las mismas intensiones.

Un ser tan puro no puede estar así en la calle por lo que usa una máscara, todo el día delante de todas las personas que la rodean, en donde ella por supervivencia del más apto debe ser la más cruel, honesta y vanidosa de todos, la gente la envidia, habla mal de ella, pero buscan sin cansancio su aceptación, es casi cómo una enfermedad, sin embargo ella no pierde fe en las personas, es cómo si ya estuviese acostumbrada a ese tipo de traiciones.

Quisiera que las demás personas pudieran ver y apreciar lo que yo veo, a un excelente hombre que lo que tiene es porque lo ha sacado del sudor de su frente, que tiene un alma demasiado pura y que aunque es un reto el estar al lado de el porque los problemas lo rodean, vale la pena, es un excelente amigo y un buena persona, después de todo cual es el punto de estar con un alguien bien sea cómo amigo, cómo familia o cómo pareja si no es para querer esos defectos que los hacen individuos únicos, después de todo ya las virtudes las besa y las ama cualquiera.

La gente malinterpreta mucho la amistad que el da hacia terceros, se van a lo banal, a lo carnal y nunca lo ven por algo más allá de un trofeo, espero algún día se tope con este escrito y sepa que es el, espero en ese momento su vida sea genial, tenga un trabajo perfecto, con una esposa que lo ame y logre ver lo que pocos de nosotros vemos (sus amigos), sé que el merece ser feliz y sobre todas las cosas espero poder estar ahí para decirle, viste, todas esas personas que te tenían envidia, que te buscaban problemas se quedaron atrás, ahora te mereces disfrutar. No tengo muchos amigos, porque no muchos logran que yo los quiera cómo puedo llegar a querer, veo más allá y esta sociedad no tiene mucho que aportar, pero prefiero tener pocos amigos que valen más que diez millones de desconocidos en uno solo. Y el es una de esos pocos, esa persona soy yo.

lunes, 7 de mayo de 2018



PALABRAS DEL ALMA N.81: EL DÍA QUE MATÉ SIN QUERER A UN NIÑO DESCONOCIDO.

Pensaba que mis años de dolor y de vacíos habían pasado en mi juventud, que ahora ya un hombre maduro y con una vida relajada, sólo me quedaba disfrutar a mis nietos, viajar a conocer lugares nuevos que sorprendieran mi alma, trabajar sin apuros ni presiones ya que mis responsabilidades como padre había descansado en un trío de muchachos que ya eran profesionales con sus vidas propias controladas.

Lo que no lograba dimensionar, es que justamente cuando creemos que tenemos todo controlado, es nuestro Padre Celestial quien nos pone en tierra nuevamente, y no hace entender que sólo ÉL puede determinar nuestro destino.

Tenía 48 años, cuando un trágico accidente vino a cambiar la última etapa de mi vida, con la fuerza de un ciclón, llevándose las últimas esperanzas de bienestar que un hombre puede tener luego de años tratando de hacer de mi camino un grito de piadosa bondad para que mi Padre al menos sonriera cuando mirara desde arriba.

Era el año 2012, cuando ocurrió esto y desde entonces vivo culpándome y guardando el dolor por ese niño desconocido que se paró delante mío.

Estaba de muy buen humor ese día…estaba viajando a la playa como lo hacía tantas veces cuando un fin de semana coincidía con un feriado, lo que alargaba más de lo común esos días de descanso. ¡Estaba tan relajado, que quizás pienso me faltó esa adrenalina y estrés que te hace ponerte mucho más alerta…no sé tantas cosas!.

Había decidido dejar el programa de postgrado en el que estaba para buscar un momento de descanso, divertirme y ver por qué camino me llevarían mis pasiones. Tras terminar de escribir mi libro, decidí volver a darme este espacio de confort. Era un cálido día de febrero y me pareció ideal para correr por la arena viendo una puesta de sol lejos de esta capital tan llena de smog y autos.

Lo que empezó como una autovía pronto se convirtió en una carretera de alta velocidad con dos carriles por sentido. Sin embargo, había kilómetros que se entraba a pueblos vecinos de la carretera que permitían comprar antigüedades y productos de la zona. En esos pequeños trayectos, antes de volver a la autopista rápida, el límite de velocidad era de unos 70 u 80 kilómetros por hora, bastante alto para este tipo de vías. Había muchos carros y yo estaba en una fila en la que todos íbamos a la velocidad máxima.

Llegué hasta un pequeño grupo de casas cuyos buzones de correo y paraderos de locomoción colectiva, se encontraban al otro lado de la carretera. Mientras pasaba por ahí, un pequeño niño rubio salió disparado desde el lado de los buzones en dirección a su casa al otro lado del camino, es decir por donde yo iba circulando. Lo vi en el último segundo, intentando girar bruscamente el volante del carro, pero no hubo forma de evitarlo…atropellé al pequeño, que voló por los aires hasta caer sobre el asfalto.

Con terror estacioné mi auto a un lado de la carretera y corrí cruzando la calle, sin temer por mí frente a los otros autos que pasaban en sentido contrario. Estaba tan afligido que en realidad no recuerdo esos minutos totalmente. Estaba escondido tras un arbusto, gritando sin control.

Me oí a mí mismo y pensé: “¿Qué es eso? ¿Quién está haciendo ese ruido?”
Y luego me di cuenta de que era yo.
“Yo lo hice”…yo era quien manejaba ese vehículo, en ese momento el niño recibía primeros auxilios sobre el pavimento, varias personas se habían acercado corriendo y yo estaba muy asustado, sabía que había hecho algo terrible.

La policía tardó 20 minutos en llegar y no esperó a una ambulancia, sino que los agentes pusieron al pequeño en el asiento de atrás y se fueron. Había atropellado al menor justo frente a su casa y algunos vecinos habían ido a buscar a la madre. La mujer salió gritando con dolor el nombre de su hijo, Miguel...Miguelito!! quiso acompañarlo pero los vecinos la retuvieron. Empezó a desplomarse en la puerta de su casa así que la tuvieron que sostener.

Fue ruidoso, confuso e inmensamente triste.
Me acerqué a la policía, di un paso al frente, levanté la mano y dije: “Yo lo hice, yo lo hice, yo manejaba”. No sabían que había sido yo, supongo que nadie había sido testigo el accidente y como todo fue tan rápido, los otros carros siguieron su trayectoria sin percatarse. Entonces, me sentaron en el asiento trasero de una patrulla y pusieron a un novato al frente para que me vigilara.

Escribí una declaración y hablé con ellos un rato…buscaron huellas de derrape en el asfalto y realizaron algunas mediciones. El oficial a cargo volvió y dijo: “Tengo que decirte que el niño ha muerto, se llamaba Miguel”…yo había estado rezando para que, tal vez, no fuese tan malo como parecía, que tal vez se pusiera bien y Dios lo salvara.

Recuerdo sólo que me recosté en el asiento y lloré, y que después intenté con mucho esfuerzo controlarme. La policía accedió a dejarme esperar en la casa de uno de esos vecinos. La dueña de esa casa fue muy amable, tenía una hija pocos años menor que el niño y creo que sabía que podría fácilmente haber sido ella la víctima, pero que yo la hubiese visto tan de improviso que nada hubiese sido diferente, los bebés pequeños corren sin tener noción del peligro.

El agente a cargo vino a decirme que no me arrestarían: no había indicios de que yo hubiera sido negligente, que me hubiera distraído o de que tuviera algún impedimento para conducir, sólo debía ir a la Tenencia de Policía a dejar mis datos. Pero me dio un pequeño discurso en el que dijo: “Este niño ha muerto, eso es algo terrible, tiene que asegurarte de que nunca lo volverás a suceder”. Me enfadé porque la idea de que yo fuera a hacerlo de nuevo simplemente estaba más allá de mi comprensión y aun así como podía controlar que nunca más sucediera.

Llamé a mis hijos, en Santiago, y con el tiempo también le conté a mi madre lo que había sucedido. Estaba llorando y dije: “Fue un accidente, fue un accidente…mamá”. Y ella respondió: “Por supuesto que fue un accidente hijo”. Llamamos al día siguiente a la familia que había perdido a su hijo para darle las condolencias, lo que fue increíblemente doloroso. Me acerqué a la casa de la vecina para agradecerle por haber sido tan amable conmigo, encargándose de mi auto que tuvo que ser enviado al mecánico.

La primera noche dormí en la casa de un amigo contando de manera compulsiva lo que había pasado. Luego regresé a mi casa y básicamente me escondí allí durante la semana que me faltaba para cumplir con mis vacaciones.

Siempre había sido un buen hombre, en el sentido de no dañar a los demás y tratar de ir por la vida cuidando que los más desvalidos y necesitados tuviesen en mí un apoyo. Trabajaba duro para mantener a mis hijos que estaban en sus estudios superiores, cumpliendo con las expectativas de ellos y de mis jefes, pero creo que crecí sintiendo que nunca alcanzaba esas metas por completo.

Así que después del accidente, creo que inconscientemente estaba muy preocupado por si yo era una buena o una mala persona. Hay una creencia muy extendida de que nosotros somos capaces de crear las condiciones de nuestras vidas y por lo tanto, una persona enojada percibirá un ambiente hostil mientras alguien amoroso ve el mundo como un lugar cálido y generoso.

“¿Qué clase de persona vive una experiencia como esta? Debo de ser alguien muy peligroso y malo”, pensaba.

Tuve alucinaciones al manejar por largos meses, cuando tuve de vuelta mi carro, intenté manejarlo pero tenía esas imágenes, me parecía ver niños cruzando la calle así que frenaba repentinamente, provocando grandes conflictos en los conductores que venían atrás…en realidad no había nadie en la vía...y esto era algo muy peligroso, ya que estaba al volante tan atemorizado, que decidí no conducir los siguientes dos años.

Me venían a la cabeza de forma inesperada imágenes del accidente: en medio de una conversación, mientras almorzaba, en el supermercado…De repente veía al niño volando por los aires o un charco de sangre sobre el pavimento. Pasé varios años castigándome a mí mismo y alejando a la gente de mí, como forma de cumplir con una sentencia auto infringida. Salí con mujeres que no me trataban bien...la verdad es que no tenía amigos y solía estar muy irascible.

Tres años después del accidente, me cambié de casa y de trabajo. Eso fue realmente comenzar de cero, estaba comprometido intelectualmente y haciendo un trabajo que para mí era importante y útil, eso me hacía sentir bien nuevamente.

Prácticamente dejé de hablar del accidente, siguiendo el consejo de mis cercanos que dijeron que si la gente se enteraba de lo que había hecho, cambiarían su opinión sobre mí, a veces me refiero a este pequeño, Miguelito…así se llamaba el pequeño, como mi fantasma porque se volvió parte de mí. En mi cabeza, su voz se convirtió en esta voz enfadada y disciplinaria que decía: “No seas demasiado feliz, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que te pusiste muy contento? Mataste a un niño, me mataste a mí”.

La oía varias veces al día así que pese a que me gustaba lo que hacía en el trabajo y que me agradaba vivir una nueva etapa de mi vida en esa casa y barrio, esa voz siempre estaba allí conteniéndome. Yo había matado a un niño y nunca lo podría olvidar, ni cuando mis hijos se titularon, ni cuando me ascendieron de cargo.

Antes del accidente, me era imposible imaginar una vida sin nuevos hijos pequeños, mis hijos habían crecido y tenía un niño hijo mío pequeño que vivía con su madre al que pronto volvería a ver…pero eso nunca pasó, pensé que tener a mi pequeño era un regalo para quien le había quitado su hijo a una madre, sentenciándome a seguir viviendo…no importa si mis hijos grandes se alejaban de mi cumpliendo sus propias vidas…yo estaría para siempre solo, y de esta forma no olvidaría esa tarde de verano.

Fue durante aquélla primera semana tras el accidente en la que estaba escondido en mi apartamento, escuché una voz. Yo lo llamo una alucinación auditiva. La voz dijo enfadada y de una manera muy bíblica, como del Antiguo Testamento: “Le quitaste un hijo a su madre y, como castigo, nunca podrás tener a tu propio hijo pequeño junto a ti nuevamente”. No hablé de eso durante al menos 5 años, me daba mucho miedo todo lo que podía afectar a mis hijos. Solo veía esquinas de calles donde aparecerían niños corriendo que me dejarían sin opción de frenar el carro, repitiéndose una y otra vez el mismo final. Fue duro, pero fue la decisión correcta para mí...creo que me hubiera sido muy difícil ser padre nuevamente de un pequeño, lo hubiese criado temeroso y aprensivo, con miedos y desconfianzas.

Quería alcanzar varios objetivos en la vida que son bastante típicos: terminar mi postgrado, conseguir un trabajo con mayores ingresos, viajar por lugares soñados, consolidarme como escritor…y encontrar una compañera de vida, pero hoy 6 años después nada de eso ha acontecido.

Hace algunos años se dio por televisión un accidente de carro, donde un anciano había atropellado una multitud, dejando varios muertos. La gente aparecía gritando en televisión que el hombre de 86 años era un asesino, pero solo la idea de que lo hubiera hecho de manera intencionada me horrorizaba.

El accidente me causó tanta angustia y pensé tanto en ello que me alejé de mi oficina y escribí unas palabras sobre la empatía que sentía por el conductor y las víctimas, sobre mi experiencia y la falta de apoyo a personas que accidentalmente habían muerto a otras personas. En aquel momento yo estaba en un taller de escritura y le compartí lo que escribí a una mujer que dirigía el grupo. Ella me llamó y me dijo: “Deberías enviar esto a la radio, algún diario o red social, es bueno”.

Si hubiera pensado que había alguna posibilidad de que realmente lo fueran a emitir, probablemente nunca lo habría mandado. Pero lo envié, y lo siguiente que supe fue que la radio me estaba llamando, pidiéndome que fuera y grabara la carta.

Estaba muy nervioso, pero creía que alguien debía mostrar compasión por este hombre y por otros que habían muerto a alguien de manera accidental. La carta fue emitida dos o tres días después del accidente de este señor. Me dijeron que debería estar preparado para recibir correos de odio, para leer comentarios negativos en internet, para llamadas de personas acosándome. Pero lo que sucedió fue totalmente distinto y recibí un gran apoyo…amigos cercanos a quienes nunca les había contado lo ocurrido me escucharon en la radio y me mostraron su compasión y solidaridad. Me dijeron que era fuerte por haber hablado y que lamentaban mucho todo mi sufrimiento.

Algo floreció en mi interior, sentí una gran sensación de alivio y me vi mucho más conectado con las personas que me rodeaban y con el mundo…fue como salir al exterior nuevamente…también escuché a otras personas que habían muerto a personas accidentalmente y que habían tenido experiencias similares a la mía, los síntomas postraumáticos, los flashbacks, la sensación de desconexión, la dificultad para concentrarse y, por supuesto, la culpa y la vergüenza. Fue algo muy fuerte e intenso porque ninguno de nosotros había hablado antes con alguien que pasara por la misma experiencia.

Pensé durante años en ponerme en contacto con la familia de Miguel, pero me contuve porque no estaba seguro de que quisieran saber de mí. No tenía mucho dinero, pero hice una donación anónima de varios cientos de pesos a la universidad de su hermano mayor para pagar parte de su matrícula…hace un año le escribí una carta a la madre de Miguelito. Le dije lo mucho que había sufrido la ausencia de su hijo y el dolor que ella debió sentir todos estos años, que Miguelito vivía en mi corazón como sabía que lo hacía en el suyo.

Envié la carta.

Resultó que ella había muerto, por lo que su correo le estaba siendo reenviado a su otro hijo, el hermano mayor del niño.

Un día estaba en mi oficina, levanté el teléfono y era él. Había leído la carta y me había encontrado a través de internet. Hablamos durante aproximadamente 45 minutos…fue una conversación repleta de emociones, estaba muy enfadado y me dijo cuánto había sufrido su familia…habían dejado de celebrar la Navidad porque estaba demasiado cerca del cumpleaños de Miguelito, y todas las celebraciones felices de la familia se silenciaron para siempre. Nunca cambiaron la habitación del niño, la mantuvieron igual, así que hubo un recuerdo constante. Ninguno de ellos dejó nunca de llorar su muerte.

A medida que hablábamos, él iba suavizando su tono. No sabía que yo llamé para dar el pésame y que tuve una breve conversación con su padre en los días siguientes al accidente. Su padre había sido muy amable conmigo y eso tuvo un gran impacto en él.

Al final de la conversación, le dije: “¿Qué quieres preguntarme? Me puedes preguntar cualquier cosa”.

Él dijo: “¿Estabas conduciendo demasiado rápido?”.

Y le respondí: “No, no estaba corriendo. Lo siendo, lo siento muchísimo, pero tu hermanito saltó corriendo a la vía”.

Y él contestó: “Lo sé. El momento equivocado, en el lugar equivocado”.

En ese momento me sentí perdonado y creo que él llegó a sentir tal vez una especie de pena verdadera, sin el aturdimiento de la ira que había marcado su duelo. Cuando colgamos el teléfono, desde luego, no pensé que fuéramos amigos, pero sentía que teníamos un vínculo increíble, porque todavía estábamos de luto por el niño y siempre tendríamos eso en común.

Me perdono a mí mismo, pero siento terror de que pueda herir a alguien más...vivo en Santiago y manejo de manera habitual, pero lo hago con muchísima precaución. Intenté honrar a Miguelito, a su familia y a mi propia experiencia contactándoles e intentando ser mejor persona, pero creo que nunca llegaré a estar en paz por el hecho de haber matado a un niño. Nunca dejaré de estar horrorizado por eso“.

Hoy no necesito más hijos, los grandes se fueron de casa, el pequeño vive y es feliz sin saber de mi existencia, junto a su madre y la única familia que conoce…y yo…bueno yo vivo solo con un perro, tres gatos y Miguel que siempre será niño y nunca crecerá, estará en cada rincón de mi casa, junto a mi…no sabrá de fiestas, no me dirá nunca que se va porque la vida así lo decide…Miguel estará conmigo hasta el último minuto de mi vida…mi niño amado.