miércoles, 21 de agosto de 2013

PALABRAS DEL ALMA N.70:  NO SOY DE ESTE MUNDO, NUNCA LO FUI, TRATÉ SIEMPRE DE ADAPTARME, PERO SOY DE UN MUNDO MUY LEJANO AL VUESTRO.

Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. La gente pasa a mi lado y no percibe mi presencia, yo me alejo más y más de todo y todos, pero nadie me extraña y locamente tampoco yo a ellos, a veces veo cosas terribles que afectan el alma de la humanidad y yo no siento nada, sigo caminando, pero raramente a veces al escuchar el sonido de una canción o ver una película tonta me pongo a llorar sin parar…ahí donde nadie me ve, ahí donde solo estoy yo y mi alma. Me dicen antisocial, ermitaño, loco, quizás lo sea pues ni mis hijos me comprenden, pero yo no soy de vuestro mundo. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré saber acaso.
¿Qué cómo aprendí a vivir y cuándo aprendí a querer?, ¿Qué cómo aprendí a sufrir? y ¿Cuándo? y ¿Cómo?…no lo sé.

Aprendí a mirar las estrellas, alumbrando los sueños con ellas.

 A mirar los colores del viento y a sentir el sabor del silencio.

 Aprendí a encender ilusiones y a escuchar hablar los corazones, con palabras calladas, con matices de mil sensaciones.

Cuando un día, el dolor tomó mi mano, conocí de frente a la tristeza, la pena y el llanto se marcharon, al sentir el amor y su grandeza, pero no duró mucho…

La soledad, querida compañera, la que con tanto miedo rechazaba, me mostró la paz y la armonía de los momentos que con ella estaba.

Comprendí, el sentido de la vida, viviendo el amor y la desdicha, sintiendo la alegría y la tristeza, conociendo lo breve de la vida.

Aprendí el valor de la paciencia, a calmar los vientos de mi ira, a llenar con mares de esperanza las zonas más oscuras de mi vida.

Es así, que aprendí a vivir, sin que nadie me enseñara.

Por todo ello… aprendí a vivir sin espinas...No empezaba nunca el día con las espinas de ayer, sin embargo a medida que pasaba el día mezclado entre vosotros, comenzaba a oscurecerme y volverme cada vez más humano alejándome de mi cuna, sólo la noche me permitía volver a mi esencia y salvarme.

El día de ayer y todos los días y años anteriores han pasado ya, están enterrados en el Tiempo. Y no puedo cambiar ya nada en ellos.

¿Han quedado espinas? ¡Todas las he arrastrado por mis años! Porque seguirán pinchándome cada día hasta no dejarme vivir.

Tengo espinas que pueden sacudirse echándolas en las manos a Dios.

Tengo heridas de espinas que puedo curar si sé perdonar de verdad...Pero hay espinas que no podrán curarse jamás.

Solo llora quien se ahoga en recuerdos, llorar es un defecto, una debilidad del ser-humano. ¿Entonces por qué lloro yo? ¿En qué recuerdos me estoy ahogando? Siento que lloro por recuerdos que no recuerdo, como si hubiera un mundo que alguna vez fue mi mundo.
A veces escucho una palabra, o veo una cara y tengo una sensación rara, como si esa cara o es palabra me llevaran a otro lugar, a otro tiempo. Es como si en mi alma hubiera un gran muro que encierra otro mundo, otro yo , otra historia por descubrir, y eso me deprime y me supera. Me da miedo abrir esa compuerta, me da miedo lo que pueda encontrar del otro lado del muro. Los recuerdos no se pueden matar, ni tampoco esconder, solo se pueden olvidar.

¿Pero cómo olvidarme de algo que ni siquiera recuerdo? Eso siento, como si me hubiera olvidado de quien soy realmente, donde está mi mundo de nacimiento, mis verdaderos hermanos, como si viviera en una mentira, como si no fuera quien creo que soy.

Solo sabiendo quien fui puedo saber quién soy. ¿Es posible que haya sido alguien distinto sin recordarlo? ¿Es posible ser alguien distinto al que crees que eres? Los recuerdos son como la historia, la escriben los que ganan ¿Qué recuerdos ganaron en mi historia? ¿Quién escribió mi historia? Es muy importante tener respuestas para lograr ser feliz. Y yo no sé de donde soy.